Los efectos de una salida del euro sobre el crecimiento, el empleo y los salarios

Los efectos de una salida del euro sobre el crecimiento, el empleo y los salarios
Riccardo Realfonzo y Angelantonio Viscione
Equilibrium Global, marzo 7, 2015


El análisis técnico expone que, tanto los catastróficos partidarios del euro sin objeciones como  los ingenuos teóricos de la moneda única como fuente de todos los males, están equivocados. La salidad de euro podría ser una manera de volver al crecimiento, pero al mismo tiempo oculta graves riesgos, especialmente para el mundo del trabajo. En retrospectiva, todo depende de la forma en que se permanezca en el euro y cómo, en la eventualidad, se sale de él.

1. Con austeridadel el euro no se sostiene
Desde finales de 2007 la zona euro ha dejado de crecer y la divergencia entre los países centrales y los periféricos se ha vuelto cada vez más impetuosa [1]. Continuando con las políticas económicas de austeridad impuestas por los Tratados, la crisis de la eurozona es sólo una cuestión de tiempo [2]. Por otro lado, la permanencia de los países periféricos en el euro, en el contexto de las políticas restrictivas, produce efectos sociales y económicos dramáticos. El caso italiano es elocuente: estamos asistiendo a un lento y progresivo declive; con una economía en gran medida disminuida, desempleo galopante, una distribución cada vez más desigual de los ingresos y el retiro del estado social. Obviamente, cambiar el signo de las políticas europeas sería sin duda la mejor opción. Sin embargo, es una solución políticamente cada vez menos probable, ya que Alemania y sus países satélites siguen rechazando cualquier apertura en esta dirección. Vale la pena entoces preguntarse cuáles podrían ser las consecuencias de una salida del euro.
Por supuesto, no es fácil predecir los escenarios después de una crisis del euro. Además porque dependería mucho de la posibilidad de que la salida del euro afecte a uno o más países, donde el "peso" económico-político de estos países tendría un rol destacado. Aún así, las cosas cambiarian mucho si las salidas fueran o no coordinadas y si se convertieran o no en uno o más regímenes cambiarios. No hace falta decir que casi todo esto por ahora está en la oscuridad.
Cualquier avance, sin embargo, podemos hacerlo siempre que se evite la trampa de los opositores ideológicos furiosos. Evitando, en conclusión, caer en el irracionalismo catastrófico de los partidarios del euro a toda costa como en la idea ingenua de que el euro es la fuente de todos los males, donde la salida de la zona euro podría resolver todos los males. Permanenciendo firmemente en el campo de los enfoques científicos, algunos economistas están trabajando en complejos modelos de predicción. Pero estos modelos en el pasado, a menudo, han demostrado límites en función de las hipótesis más o menos "heroicas" en la que se basan los mismos. Además, la teoría económica no ofrece respuestas univocas. De hecho, los fundamentos de la teoría económica nos enseñan que la salida de un país del euro y el retorno a su moneda antigua, con un intercambio inicial de uno a uno, deberia llevar inmediatamente a una depreciación de la moneda renacida, haciendola más atractiva frente a otras monedas. Esto debería promover las exportaciones del país y limitar las importaciones, mejorando el saldo de la balanza comercial, impulsando el crecimiento y el empleo. Sin embargo, hasta qué punto el abandono de los regímenes cambiarios y las devaluaciones es positivo para el crecimiento es objeto de disputas interminables. La devaluación aumenta el costo de los bienes importados y de esta manera tiende a aumentar el nivel de precios internos (es decir el precio de las mismas exportaciones) reduciendo la ventaja competitiva. Para complicar las cosas, se añaden los efectos redistributivos de la devaluación, sobre los que existe un amplio debate. El aumento en el nivel general de los precios internos que tiende a ser consecuencia de la devaluación tiende, por ejemplo, a reducir el poder adquisitivo de los salarios monetarios. La reducción de los salarios reales puede generar (en presencia de mecanismos de ajuste de los salarios a los precios o por la reacción de los sindicatos) una presión al alza sobre los salarios monetarios, y esto, aumentar la inflación erosionando aún más la ventaja ompetitiva de la devaluación. Por otra parte, la caída de los salarios en proporción con el PBI (la participación de los salarios) puede conducir a una reducción de la demanda interna de los bienes de consumo y esto tendería a reducir el crecimiento. Todo esto, sin hablar de los efectos potenciales sobre el costo de la deuda pública y sobre el riesgo de aquellos sujetos con una alta proporción de deuda en moneda extranjera donde el costo con la devaluación, obviamente, aumenta.
Llendo más allá de las disputas teóricas y, dada la debilidad inherente de los modelos de pronóstico, volvamos a la experiencia histórica de la que somos parte. De hecho, dado que no se tiene registro de una experiencia similar a la del euro, algunos indicios importantes se pueden extraer de las crisis monetarias del pasado próximas a nuestro caso.
A tales efectos, se consideran las crisis monetarias que en la historia reciente llevaron a grandes devaluaciones del tipo de cambio y que implicaron el abandono de acuerdos anteriores o de sistemas de cambio [3]. Centrando la atención en las crisis monetarias posteriores a 1980, hay 28 casos de grandes devaluaciónes – en más de un 25% en comparación con el precio del dólar [4] - que llevaron al abandono de los sistemas de cambio anteriores [5]. De ellos, 7 casos tienen implicaron a países con elevado ingreso per cápita (Australia 1985, Finlandia 1993, Islandia 1985, Italia 1993, Corea del Sur 1998, España 1983 y Suecia 1993) y 21 casos han afectado a países con bajos ingresos per cápita (Argentina 2002, Bielorrusia 1999, Brasil 1999, Chile  1982, Costa Rica 1981 y 1991, Egipto 2003, Guatemala 1990, Honduras 1990, Indonesia 1998, Kazajstán 1999, México 1995, Paraguay 1989, Perú 1988, Polonia 1990, Rumania 1990, Sudáfrica 1984 , Suriname 1994, Turquía 1999, Uruguay 1982 y 2002).
A la luz de las estadísticas descriptivas, vemos que la experiencia histórica enseña que las grandes crisis monetarias que han sido seguidas por devaluaciones significativas se han relacionado con el abandono de los sistemas cambiarios anteriores.

2. La inflación erosiona gradualmente la ventaja de las devaluaciones.
Lo primero que se debe comprobar es el grado en que las crisis monetarias tienden a desencadenar procesos inflacionarios y , en que medida, estos ultimos pueden anular los efectos positivos de la devaluación. Para desarrollar el análisis, consideramos la depreciación frente al dólar de los 28 casos expuestos y luego el diferencial entre la inflación de Estados Unidos y la de cada país.
Pues bien, en la experiencia histórica que estamos considerando, el valor promedio de las devaluaciones con respecto al dólar se acerca al 558%, lo que significa que dichas crisis monetarias han dado lugar a una depreciación -de las monedas involucradas- de alrededor de cinco veces y media respecto al dólar (Tabla 1). Es necesario mantener la atención sobre todo lo que sucedió en los países de altos ingresos, los que obviamente ofrecen más orientación para nuestro caso dado que la diferencia con la dinámica de los países de bajos ingresos es relevante. De hecho, la depreciación de las monedas de los países de altos ingresos se ha contenido en torno al 32%. Por ejemplo, la lira italiana se deprecio en 1993 en un 27,69% frente al dólar. [6]
Pero lo que más importa es la diferente reactividad de la inflación, que se describe en la literatura, como el efecto transmisión de la devaluación a los precios (pass-through). De hecho, como lo confirma la experiencia histórica, las devaluaciones a menudo dan lugar a procesos inflacionarios significativos. Basta señalar que en el año de la crisis monetaria se registró un diferencial de inflación total de alrededor de 58% en comparación con los EE.UU. (véase de nuevo la Tabla 1) y, en tan sólo dos años, el diferencial de inflación resulta ser de alrededor del 450%, devorándose así el 80% de la ganancia competitiva relativa a la devaluación. Una vez más, sin embargo, existe una diferencia significativa entre la experiencia de los países de altos ingresos y los de ingresos bajos. De hecho, en los países de altos ingresos el diferencial de inflación es igual al 6% en el primer año y alcanza el 16% después de tres años. Esto confirma que las evaluaciones tienden a desencadenar procesos inflacionarios significativos, que son, sin embargo, más atenuados en los países de altos ingresos, donde dentro de dos años de crisis, la inflación erosiona el efecto de la devaluación en aproximadamente un 50%.
No obstante, es imposible establecer reglas estrictas. De hecho mirando casos específicos de países de altos ingresos, se observa que el estudio de casos es heterogéneo. En algunos casos, a pesar de una depreciación de más del 25% frente al dólar no se registra una brecha de inflación significativa con los Estados Unidos (Finlandia, Corea, Suecia); en otros casos, el repunte de la inflación está contenido (como Italia de 1993 en la que, después de tres años, el diferencial de inflación acumulada se limitó al 5,7%); en otros, es bastante fuerte (Australia, España y especialmente en la pequeña Islandia, único caso entre los países de altos ingresos, donde después de tres años, el diferencial de inflación supera el valor de la devaluación) [7].

Tabla 1
Las devaluaciones y los diferenciales de inflación en los 28 casos de crisis monetarias (1980-2013)
Fuente: revista online Economia e Politica basada en datos del Banco Mundial
País y año de la crisis
Devaluacion en %  respecto al $
Diferencial de inflacion en respecto a los EE.UU.
Año de crisis
Año de crisis y uno despues
Año de crisis y dos despues
Todos los paises
558,51
57,56
237,84
447,45
Paises de altos ingresos
31,91
6,14
10,92
15,65
Austraia (1985)
25,66
1,42
6,06
10,75
Finlandia (1993)
27,52
-0,46
-0,95
1,49
Islandia (1985)
30,96
28,89
51,46
68,85
Italia (1993)
27,69
1,51
2,92
5,76
Republica de Corea (1998)
47,32
3,87
1,40
0,08
España (1983)
30,56
7,94
15,25
20,65
Suecia (1993)
33,65
-0,17
0,33
1,96
Paises de bajos ingresos
734,04
75,56
317,27
598,58



3. La balanza comercial mejora
Debemos, por tanto, esperar que un primer efecto positivo de la salida del euro sea el mejoramento de la balanza comercial debido al crecimiento de las exportaciones y la tendencia a la baja de las importaciones.
Para tener una mejor idea retomemos nuestra casuistica historica y hagamos una comparación entre el promedio del saldo de la balanza comercial (exportaciones menos importaciones) y el PBI en los dos y tres años previos y posteriores a las crisis monetarias. De hecho, como se muestra en la Tabla 2, los países de bajos ingresos no se han beneficiado enormemente de las devaluaciones dado que los saldos de la balanza comercial se mueven en promedio muy poco. Muy diferente es la conclusión para los países de altos ingresos donde evidentemente las crisis monetarias no suelen tener los efectos ruinosos (también en las estructuras institucionales y políticas) experimentados en los países de bajos ingresos. De hecho, en los países de altos ingresos, el saldo de la balanza comercial mejora vistosamente, en promedio, más de tres puntos porcentuales del PBI  tomando como referencia temporal los dos y los tres años [8]. se observa una sola excepción (Australia, 1985) donde la balanza comercial mejora inmediatamente a la devaluación.

Tabla 2
Balanza comercial - Valores promedio en comparación con el PBI en los dos y los tres años previos y posteriores a la crisis (1980-2013)
Fuente: revista online Economia e Politica basada en datos Ameco - Comisión Europea y datos del Banco Mundial
Paises y años de crisis
promedio exportaciones netas en % del PBI
2 años antes
2 años despues
3 años antes
3 años despues
Todos los paises
-0,04
0,99
0,20
0,85
Paises de altos ingresos
-0,33
3,07
.0,69
3,02
Austraia (1985)
-1,77
-2,37
-1,87
-1,81
Finlandia (1993)
-0,05
5,12
-0,55
5,90
Islandia (1985)
1,05
1,97
-0,83
0,98
Italia (1993)
0,14
3,21
0,17
3,36
Republica de Corea (1998)
-1,65
9,31
-1,28
7,16
España (1983)
-1,88
0,55
-2,00
0,92
Suecia (1993)
1,88
3,71
1,53
4,60
Paises de bajos ingresos
0,06
0,26
0,51
0,09


4. Las exportaciones empujan el crecimiento, pero no siempre
Las mejoras en la balanza comercial que seguirían a la salida del euro tendría un impacto positivo en el crecimiento. Eso al menos es lo que el análisis histórico tiende a demostrarnos cuando se compara la tasa de crecimiento promedio registrado en los dos y los tres años previos y posteriores a la crisis.
En los hechos, para todos los  28 casos históricos considerados, no hubo resultados positivos. Sin embargo, al desagregar los países de altos ingresos de los de bajos ingresos, una vez más podemos comprobar efectos muy diferentes (Tabla 3). En efecto, a diferencia de los países de bajos ingresos, en los países de altos ingresos, la tasa media de crecimiento aumenta apreciablemente, pasando del 1,2% de los dos años previos a la devaluación al 2,2% en los dos años despues. Una aceleración del crecimiento aún más pronunciada se observa en el horizonte de los tres años anteriores y posteriores, cuando el crecimiento promedio pasa de un 1,4% a 3,2%. En general, los países de altos ingresos, impulsados por la balanza comercial (lo cual no ocurre en los países de bajos ingresos) han aumentado significativamente el ritmo de crecimiento. Sin embargo, la experiencia histórica induce a la prudencia y la moderación. Hay que señalar que no todos los países de altos ingresos han experimentado aumentos en la tasa de crecimiento. Estos incluyen a Italia, a pesar de que había recibido después de la devaluación un aumento del saldo de la balanza comercial de más de tres puntos del PIB.

Tabla 3
Tasa de crecimiento del PBI - Valores promedio en los dos y los tres años previos y posteriores a la crisis (1980-2013)
Fuente: Ameco - Comisión Europea, Banco Mundial
Paises y años de crisis
Media de la tasa de crecimiento del PBI
2 años antes
2 años después
3 años antes
3 años despues
Todos los paises
2,43
0,08
2,72
1,27
Paises de altos ingresos
1,20
2,22
1,45
3,21
Austraia (1985)
4,94
3,19
2,55
3,99
Finlandia (1993)
-4,62
1,60
-2,85
2,47
Islandia (1985)
0,99
4,78
1,38
6,04
Italia (1993)
1,19
0,65
1,48
1,40
Republica de Corea (1998)
6,48
2,51
7,29
4,60
España (1983)
0,56
1,78
0,80
1,96
Suecia (1993)
-1,15
1,01
-0,52
2,02
Paises de bajos ingresos
2,86
-0,67
3,17
0,59


5. La ocupación frecuentemente no crece
Más allá de considerar algunos aspectos positivos en la competitividad, en el saldo de la balanza comercial y en el crecimiento, los efectos sobre la ocupación no son tranquilizadores.
Tomando el conjunto de los 28 casos históricos considerados, se observa que después de la crisis monetaria, la tasa de desempleo se reduce gradualmente, cayendo en promedio un punto dentro de los tres años posteriores al estallido de la crisis monetaria (Tabla 4). Sin embargo, la disminución del desempleo afecta en promedio sólo a los países de bajos ingresos. De hecho, en los países de altos ingresos, la tasa de desempleo es perfectamente estable. Incluso en la experiencia de algunos países, como Italia, la tasa de desempleo ha crecido de forma significativa. Está claro que en los países de ingresos altos históricamente el crecimiento después de las crisis monetarias ha sido garantizado por una mayor utilización del capital industrial y del trabajo. Sin embargo, incluso en este punto hay diferencias significativas entre los países de altos ingresos, lo cual es una señal de que las diferentes estructuras de los mercados de trabajo (institucionales y normativos) y las diferentes políticas económicas impulsadas, afectan en gran medida sobre el empleo.


Tabla 4
El desempleo después de la crisis monetaria - Tasa de desempleo en los años posteriores a la crisis (1980-2013)
Fuente: Ameco - Comisión Europea, Banco Mundial, Eclac CepalStat
Paises y años de crisis
Tasa de desempleo
Año de crisis
Año despues la crisis
2 años despues la crisis
Todos los paises
9,74
9,38
8,91
Paises de altos ingresos
9,46
9,83
9,46
Austraia (1985)
8,26
8,08
8,11
Finlandia (1993)
16,30
16,60
15,40
Islandia (1985)
1,60
1,10
0,80
Italia (1993)
9,70
10,60
11,20
Republica de Corea (1998)
6,95
6,34
4,14
España (1983)
14,30
16,70
17,80
Suecia (1993)
9,10
9,40
8,80
Paises de bajos ingresos
9,86
9,19
8,67


6. El peligro de la deflación salarial
Para entender lo que podría atascar la recuperación del empleo a raíz de una salida del euro -a pesar de la tendencia de mejora en la balanza comercial- es necesario tener en cuenta lo que podría suceder en términos de los salarios.
Esta es la principal preocupación que surge de este análisis. Nuevamente, la experiencia histórica demuestra inequívocamente que los efectos de las crisis monetarias en los salarios pueden ser particularmente graves. Para verificar estos resultados, consideramos los salarios reales (es decir, el poder adquisitivo de los salarios nominales promedio de los trabajadores) o la participación de los salarios en el PBI -wage share- (que muestra el porcentaje del PBI que se dirige a los asalariados). Como se muestra en la Tabla 5, en los primeros tres años posteriores a la devaluación, en los 28 casos se ha producido una disminución drástica de los salarios reales y de la participación de los salarios en el PBI, lo que parece ser principalmente el resultado de los procesos inflacionarios que generan una redistribución de los salarios, las ganacias y las rentas.
Por supuesto, una vez más, es conveniente separar el caso de los países de altos ingresos de los demás. Pues bien, el efecto es fuerte incluso teniendo en cuenta sólo los países de altos ingresos, donde - con exclusión la excepción de la pequeña Islandia (donde se registró un fuerte aumento de los salarios reales) - se observa que los salarios reales despues de tres años siguen siendo inferiores a la cifra del  año de la crisis monetaria. Especialmente en los países de altos ingresos cae la participación de los salarios en un 7,8% en sólo tres años, con un efecto repentino y masivo de redistribución contra los trabajadores. Es fácil deducir que la caída de los salarios ha contribuido a mantener baja la demanda de bienes de consumo interna, en detrimento de los sectores más tradicionales, lo que ha reducido significativamente la recuperación del empleo.
Al respecto, puede ser significativo recordar el caso italiano. Como se sabe, después de la crisis monetaria de 1993 se promulgaron políticas salariales restrictivas. Esto limitó evidentemente la presión inflacionaria y así permitió que las exportaciones sigan creciendo, pero provocó una caída de los salarios después de tres años de más del 4% y una caída en la participación de los salarios que toco el 9%. Lo dicho explica la caída de la demanda interna y la falta de crecimiento de nuestro país en esos años, además de un mayor desempleo. En otras palabras, a la luz de los datos sobre el crecimiento del saldo de la balanza comercial y de la disminución de los salarios reales, es evidente que en Italia el aumento de la demanda externa fue compensado en gran parte por el estancamiento de la demanda interna con efectos nulos sobre el crecimiento. Son los efectos generales de las políticas de contención salarial de aquel tiempo.

Tabla 5
Salarios reales y porcentaje de los salarios en el PBI - valores acumulados en los tres años siguientes a la crisis monetaria (1984-2013)
Fuente: revista online Economia e Politica basada en datos del Banco Mundial
Paises y años de crisis
Variacion % de los salarios reales
Variacion % de la participación salarial en el PBI
 Año de crisis
Año de crisis y 1 despues
Año de crisis y 2 despues
 Año de crisis
Año de crisis y 1 despues
Año de crisis y 2 despues
Todos los paises
-8,23
-18,94
-18,25
-4,99
-11,73
-12,16
Paises de altos ingresos
-0,34
0,98
4,10
-0,67
-3,22
-3,79
Paises de altos ingresos sin Islandia
-1,33
-0,89
-0,66
-1,99
-4,94
-7,76
Austraia (1985)
-0,87
-2,98
-3,47
-0,65
-1,43
-4,98
Finlandia (1993)
-3,42
-0,40
2,83
-6,48
-9,70
-12,25
Islandia (1985)
5,63
12,21
32,62
7,24
7,10
20,01
Italia (1993)
-0,78
-2,40
-4,08
-1,80
-5,12
-8,60
Republica de Corea (1998)
-1,94
-1,66
-1,96
-1,08
-5,33
-6,62
España (1983)
1,42
1,25
2,23
-0,39
-4,85
-7,66
Suecia (1993)
-2,41
0,82
0,50
-1,55
-3,22
-6,45
Paises de bajos ingresos
-10,99
-25,91
-26,07
-6,58
-14,86
-15,25

7. En conclusión: la salida del euro no es una panacea
La crisis de la Eurozona podría provocar levantamientos, individuales o colectivos, autónomos o concertados, de países más pequeños o más grandes, y llevar o no a nuevos regímenes cambiarios. Por supuesto, no existe una teoría económica o la experiencia histórica que puede arrojar luz con certeza sobre los posibles escenarios que darían lugar las diferentes combinaciones de estas opciones. Al mismo tiempo, la experiencia histórica nos dice que el abandono de la eurozona por parte de un país periférico podría ser una oportunidad para volver al crecimiento. Pero el “euroexit” no es una panacea.
Está claro que una salida desde el euro podría aumentar la competitividad del país en cuestión, especialmente en el corto y mediano plazo; sin embargo poco tiempo después la inflación erosionaría la ventaja competitiva. Al mismo tiempo, las mejoras del saldo de la balanza comercial deberian promover el crecimiento, pero es difícil que aumenten el empleo. Mucho dependerá de la estructura del mercado de trabajo, de las políticas salariales y, en general, de las políticas económicas puestas en marcha. En los casos donde los salarios eran hasta cierto punto protegidos de la inflación, la demanda interna puede no verse tan afectada y esto apoyaría el crecimiento y el empleo. Donde, por el contrario, los salarios no están protegidos, la economía estaría impulsada por las exportaciones, por lo cual el mercado nacional podría sufrir de manera espectacular; así también la ocupación que depende en gran medida de los sectores tradicionales que miran a la demanda interna. En este caso, el aumento de las exportaciones generaría mayores beneficios, con el riesgo de no generar una expansión de los niveles de empleo. Al mismo tiempo, una devaluación acompañada de políticas de apoyo a los salarios y políticas industriales incisivas podría apoyar la demanda interna y crear las condiciones para un crecimiento estructural de la competitividad.
En resumen, si el cambio se da en un sentido redistributivo y expansivo de las políticas europeas, que implique el abandono de la austeridad, la salida desde el euro podría ser la solución elegida por algunos países en un futuro próximo. Y esto también podría reactivar la economía. Sin embargo, un retorno a la soberanía monetaria y a las maniobras de cambio, no es suficiente para borrar -como por arte de magia- los problemas relacionados con las deficiencias de los aparatos productivos o la falta de financiación de las infraestructuras materiales y no materiales. La lección más importante que podemos aprender de la historia es que los resultados -en términos de crecimiento, distribución y empleo- dependen más de la forma en que se permanezca en el euro que del abandono del viejo sistema de intercambio en sí, de la calidad de las políticas económicas que se pongan en marcha una vez  recuperados los resortes monetarios y fiscales.

Tradución y desarrollo por
William Bavone y Maximiliano Barreto



[1] Cnf  “Eurocrisi, il conto alla rovescia non si è fermato”, www.economiaepolitica.it, 2 de diciembre de 2014.
[2] Previsión del “alerta de los economistas”, publicado en 2013 por el Financial Times.
[3] Desarrollamos en tal sentido la sugerencia de Emiliano Brancaccio y Nadia Garbellini en “Uscire o no dall’euro, gli effetti sui salari”, www.economiaepolitica.it mayo de 2014, profundizada por los mismos autores en “Sugli effetti salariali e distributivi delle crisi dei regimi di cambio”, Revista de Politica Economica, julio-septiembre de 2014; y en “Currency regime crises, real wages, functional income distribution and production”, European Journal of Economics and Economic Policies: Intervention, próxima a  publicarse.
[4] Considerado como valor de referencia generalmente en la literatura.
[5] En referencia a la clasificación de los regímenes cambiarios propuesta por el FMI.
[6] Por el contrario, los países de bajos ingresos han experimentado una depreciación de más del 700%; sin embargo, un valor que cae alrededor del 150% si se excluye del análisis la super-depreciación de Suriname en 1994.
[7] Es interesante señalar que en los países de altos ingresos después de 5 años a partir de la crisis monetaria, el diferencial de inflación erosiona en promedio el 78% de la devaluación.

[8] A una conclusión similar se llega también tomando en cuenta el promedio del saldo de las exportaciones netas respecto al PBI en los cinco años anteriores a la crisis de la moneda y en los cinco años siguientes. Esto muestra que en los países de altos ingresos los efectos positivos de la devaluación tienden a ser persistentes, incluso en el mediano plazo.