Riccardo Realfonzo y Angelantonio Viscione
Equilibrium Global, marzo 7, 2015
El análisis técnico expone que,
tanto los catastróficos partidarios del euro sin objeciones como los ingenuos teóricos de la moneda única como
fuente de todos los males, están equivocados. La salidad de euro podría ser una
manera de volver al crecimiento, pero al mismo tiempo oculta graves riesgos,
especialmente para el mundo del trabajo. En retrospectiva, todo depende de la
forma en que se permanezca en el euro y cómo, en la eventualidad, se sale de
él.
1. Con austeridadel el euro no se sostiene
Desde finales de 2007 la zona
euro ha dejado de crecer y la divergencia entre los países centrales y los
periféricos se ha vuelto cada vez más impetuosa [1]. Continuando con las políticas
económicas de austeridad impuestas por los Tratados, la crisis de la eurozona
es sólo una cuestión de tiempo [2]. Por otro lado, la permanencia de los países
periféricos en el euro, en el contexto de las políticas restrictivas, produce
efectos sociales y económicos dramáticos. El caso italiano es elocuente:
estamos asistiendo a un lento y progresivo declive; con una economía en gran
medida disminuida, desempleo galopante, una distribución cada vez más desigual
de los ingresos y el retiro del estado social. Obviamente, cambiar el signo de
las políticas europeas sería sin duda la mejor opción. Sin embargo, es una
solución políticamente cada vez menos probable, ya que Alemania y sus países
satélites siguen rechazando cualquier apertura en esta dirección. Vale la pena
entoces preguntarse cuáles podrían ser las consecuencias de una salida del
euro.
Por supuesto, no es fácil
predecir los escenarios después de una crisis del euro. Además porque
dependería mucho de la posibilidad de que la salida del euro afecte a uno o más
países, donde el "peso" económico-político de estos países tendría un
rol destacado. Aún así, las cosas cambiarian mucho si las salidas fueran o no
coordinadas y si se convertieran o no en uno o más regímenes cambiarios. No hace
falta decir que casi todo esto por ahora está en la oscuridad.
Cualquier avance, sin embargo,
podemos hacerlo siempre que se evite la trampa de los opositores ideológicos
furiosos. Evitando, en conclusión, caer en el irracionalismo catastrófico de
los partidarios del euro a toda costa como en la idea ingenua de que el euro es
la fuente de todos los males, donde la salida de la zona euro podría resolver
todos los males. Permanenciendo firmemente en el campo de los enfoques
científicos, algunos economistas están trabajando en complejos modelos de
predicción. Pero estos modelos en el pasado, a menudo, han demostrado límites
en función de las hipótesis más o menos "heroicas" en la que se basan
los mismos. Además, la teoría económica no ofrece respuestas univocas. De hecho,
los fundamentos de la teoría económica nos enseñan que la salida de un país del
euro y el retorno a su moneda antigua, con un intercambio inicial de uno a uno,
deberia llevar inmediatamente a una depreciación de la moneda renacida,
haciendola más atractiva frente a otras monedas. Esto debería promover las
exportaciones del país y limitar las importaciones, mejorando el saldo de la
balanza comercial, impulsando el crecimiento y el empleo. Sin embargo, hasta
qué punto el abandono de los regímenes cambiarios y las devaluaciones es
positivo para el crecimiento es objeto de disputas interminables. La
devaluación aumenta el costo de los bienes importados y de esta manera tiende a
aumentar el nivel de precios internos (es decir el precio de las mismas
exportaciones) reduciendo la ventaja competitiva. Para complicar las cosas, se
añaden los efectos redistributivos de la devaluación, sobre los que existe un
amplio debate. El aumento en el nivel general de los precios internos que
tiende a ser consecuencia de la devaluación tiende, por ejemplo, a reducir el
poder adquisitivo de los salarios monetarios. La reducción de los salarios
reales puede generar (en presencia de mecanismos de ajuste de los salarios a
los precios o por la reacción de los sindicatos) una presión al alza sobre los
salarios monetarios, y esto, aumentar la inflación erosionando aún más la
ventaja ompetitiva de la devaluación. Por otra parte, la caída de los salarios
en proporción con el PBI (la participación de los salarios) puede conducir a
una reducción de la demanda interna de los bienes de consumo y esto tendería a
reducir el crecimiento. Todo esto, sin hablar de los efectos potenciales sobre
el costo de la deuda pública y sobre el riesgo de aquellos sujetos con una alta
proporción de deuda en moneda extranjera donde el costo con la devaluación,
obviamente, aumenta.
Llendo más allá de las disputas
teóricas y, dada la debilidad inherente de los modelos de pronóstico, volvamos
a la experiencia histórica de la que somos parte. De hecho, dado que no se tiene
registro de una experiencia similar a la del euro, algunos indicios importantes
se pueden extraer de las crisis monetarias del pasado próximas a nuestro caso.
A tales efectos, se consideran
las crisis monetarias que en la historia reciente llevaron a grandes
devaluaciones del tipo de cambio y que implicaron el abandono de acuerdos
anteriores o de sistemas de cambio [3]. Centrando la atención en las crisis
monetarias posteriores a 1980, hay 28 casos de grandes devaluaciónes – en más
de un 25% en comparación con el precio del dólar [4] - que llevaron al abandono
de los sistemas de cambio anteriores [5]. De ellos, 7 casos tienen implicaron a
países con elevado ingreso per cápita (Australia 1985, Finlandia 1993, Islandia
1985, Italia 1993, Corea del Sur 1998, España 1983 y Suecia 1993) y 21 casos
han afectado a países con bajos ingresos per cápita (Argentina 2002,
Bielorrusia 1999, Brasil 1999, Chile
1982, Costa Rica 1981 y 1991, Egipto 2003, Guatemala 1990, Honduras
1990, Indonesia 1998, Kazajstán 1999, México 1995, Paraguay 1989, Perú 1988,
Polonia 1990, Rumania 1990, Sudáfrica 1984 , Suriname 1994, Turquía 1999,
Uruguay 1982 y 2002).
A la luz de las estadísticas
descriptivas, vemos que la experiencia histórica enseña que las grandes crisis
monetarias que han sido seguidas por devaluaciones significativas se han
relacionado con el abandono de los sistemas cambiarios anteriores.
2. La inflación erosiona gradualmente la ventaja de las devaluaciones.
Lo primero que se debe comprobar
es el grado en que las crisis monetarias tienden a desencadenar procesos
inflacionarios y , en que medida, estos ultimos pueden anular los efectos
positivos de la devaluación. Para desarrollar el análisis, consideramos la
depreciación frente al dólar de los 28 casos expuestos y luego el diferencial
entre la inflación de Estados Unidos y la de cada país.
Pues bien, en la experiencia
histórica que estamos considerando, el valor promedio de las devaluaciones con
respecto al dólar se acerca al 558%, lo que significa que dichas crisis monetarias
han dado lugar a una depreciación -de las monedas involucradas- de alrededor de
cinco veces y media respecto al dólar (Tabla 1). Es necesario mantener la
atención sobre todo lo que sucedió en los países de altos ingresos, los que
obviamente ofrecen más orientación para nuestro caso dado que la diferencia con
la dinámica de los países de bajos ingresos es relevante. De hecho, la
depreciación de las monedas de los países de altos ingresos se ha contenido en
torno al 32%. Por ejemplo, la lira italiana se deprecio en 1993 en un 27,69%
frente al dólar. [6]
Pero lo que más importa es la
diferente reactividad de la inflación, que se describe en la literatura, como
el efecto transmisión de la devaluación a los precios (pass-through). De hecho,
como lo confirma la experiencia histórica, las devaluaciones a menudo dan lugar
a procesos inflacionarios significativos. Basta señalar que en el año de la
crisis monetaria se registró un diferencial de inflación total de alrededor de
58% en comparación con los EE.UU. (véase de nuevo la Tabla 1) y, en tan sólo
dos años, el diferencial de inflación resulta ser de alrededor del 450%,
devorándose así el 80% de la ganancia competitiva relativa a la devaluación.
Una vez más, sin embargo, existe una diferencia significativa entre la
experiencia de los países de altos ingresos y los de ingresos bajos. De hecho,
en los países de altos ingresos el diferencial de inflación es igual al 6% en
el primer año y alcanza el 16% después de tres años. Esto confirma que las
evaluaciones tienden a desencadenar procesos inflacionarios significativos, que
son, sin embargo, más atenuados en los países de altos ingresos, donde dentro
de dos años de crisis, la inflación erosiona el efecto de la devaluación en
aproximadamente un 50%.
No obstante, es imposible establecer reglas
estrictas. De hecho mirando casos específicos de países de altos
ingresos, se observa que el estudio de casos es heterogéneo. En algunos casos,
a pesar de una depreciación de más del 25% frente al dólar no se registra una
brecha de inflación significativa con los Estados Unidos (Finlandia, Corea,
Suecia); en otros casos, el repunte de la inflación está contenido (como Italia
de 1993 en la que, después de tres años, el diferencial de inflación acumulada
se limitó al 5,7%); en otros, es bastante fuerte (Australia, España y
especialmente en la pequeña Islandia, único caso entre los países de altos
ingresos, donde después de tres años, el diferencial de inflación supera el
valor de la devaluación) [7].
Tabla 1
Las devaluaciones y los diferenciales de inflación en los 28 casos de
crisis monetarias (1980-2013)
Fuente: revista online Economia e Politica basada en datos del
Banco Mundial
País y año de la crisis
|
Devaluacion en %
respecto al $
|
Diferencial de inflacion en respecto a los EE.UU.
|
||
Año de crisis
|
Año de crisis y uno despues
|
Año de crisis y
dos despues
|
||
Todos los
paises
|
558,51
|
57,56
|
237,84
|
447,45
|
Paises de
altos ingresos
|
31,91
|
6,14
|
10,92
|
15,65
|
Austraia
(1985)
|
25,66
|
1,42
|
6,06
|
10,75
|
Finlandia
(1993)
|
27,52
|
-0,46
|
-0,95
|
1,49
|
Islandia
(1985)
|
30,96
|
28,89
|
51,46
|
68,85
|
Italia
(1993)
|
27,69
|
1,51
|
2,92
|
5,76
|
Republica
de Corea (1998)
|
47,32
|
3,87
|
1,40
|
0,08
|
España
(1983)
|
30,56
|
7,94
|
15,25
|
20,65
|
Suecia
(1993)
|
33,65
|
-0,17
|
0,33
|
1,96
|
Paises de
bajos ingresos
|
734,04
|
75,56
|
317,27
|
598,58
|
3. La balanza comercial mejora
Debemos, por tanto, esperar que
un primer efecto positivo de la salida del euro sea el mejoramento de la
balanza comercial debido al crecimiento de las exportaciones y la tendencia a
la baja de las importaciones.
Para tener una mejor idea
retomemos nuestra casuistica historica y hagamos una comparación entre el
promedio del saldo de la balanza comercial (exportaciones menos importaciones)
y el PBI en los dos y tres años previos y posteriores a las crisis monetarias.
De hecho, como se muestra en la Tabla 2, los países de bajos ingresos no se han
beneficiado enormemente de las devaluaciones dado que los saldos de la balanza
comercial se mueven en promedio muy poco. Muy diferente es la conclusión para los países de altos ingresos donde
evidentemente las crisis monetarias no suelen tener los efectos ruinosos
(también en las estructuras institucionales y políticas) experimentados en los
países de bajos ingresos. De hecho, en los países de altos ingresos, el
saldo de la balanza comercial mejora vistosamente, en promedio, más de tres
puntos porcentuales del PBI tomando como
referencia temporal los dos y los tres años [8]. se observa una sola excepción
(Australia, 1985) donde la balanza comercial mejora inmediatamente a la
devaluación.
Tabla 2
Balanza comercial -
Valores promedio en comparación con el PBI en los dos y los tres años previos y
posteriores a la crisis (1980-2013)
Fuente: revista online Economia e Politica basada en datos
Ameco - Comisión Europea y datos del Banco Mundial
Paises y años de
crisis
|
promedio exportaciones netas en % del PBI
|
|||
2 años antes
|
2 años despues
|
3 años antes
|
3 años despues
|
|
Todos los
paises
|
-0,04
|
0,99
|
0,20
|
0,85
|
Paises de
altos ingresos
|
-0,33
|
3,07
|
.0,69
|
3,02
|
Austraia
(1985)
|
-1,77
|
-2,37
|
-1,87
|
-1,81
|
Finlandia
(1993)
|
-0,05
|
5,12
|
-0,55
|
5,90
|
Islandia
(1985)
|
1,05
|
1,97
|
-0,83
|
0,98
|
Italia
(1993)
|
0,14
|
3,21
|
0,17
|
3,36
|
Republica
de Corea (1998)
|
-1,65
|
9,31
|
-1,28
|
7,16
|
España
(1983)
|
-1,88
|
0,55
|
-2,00
|
0,92
|
Suecia
(1993)
|
1,88
|
3,71
|
1,53
|
4,60
|
Paises de
bajos ingresos
|
0,06
|
0,26
|
0,51
|
0,09
|
4. Las exportaciones empujan el crecimiento, pero no siempre
Las mejoras en la balanza comercial
que seguirían a la salida del euro
tendría un impacto positivo en el
crecimiento. Eso al menos es lo que el análisis histórico tiende a
demostrarnos cuando se compara la tasa
de crecimiento promedio registrado en los dos y los tres años
previos y posteriores a la crisis.
En los hechos, para todos los 28
casos históricos considerados, no hubo resultados positivos. Sin embargo, al desagregar
los países de altos ingresos de los de bajos ingresos, una vez más podemos
comprobar efectos muy diferentes (Tabla 3). En efecto, a diferencia de
los países de bajos ingresos, en los países de altos ingresos, la tasa media de
crecimiento aumenta apreciablemente, pasando del 1,2% de los dos años previos a
la devaluación al 2,2% en los dos años despues. Una aceleración del crecimiento
aún más pronunciada se observa en el horizonte de los tres años anteriores y
posteriores, cuando el crecimiento promedio pasa de un 1,4% a 3,2%. En general,
los países de altos ingresos, impulsados por la balanza comercial (lo cual no
ocurre en los países de bajos ingresos) han aumentado significativamente el
ritmo de crecimiento. Sin embargo, la experiencia histórica induce a la
prudencia y la moderación. Hay que señalar que no todos los países de altos
ingresos han experimentado aumentos en la tasa de crecimiento. Estos incluyen a
Italia, a pesar de que había recibido después de la devaluación un aumento del
saldo de la balanza comercial de más de tres puntos del PIB.
Tabla 3
Tasa de crecimiento del
PBI - Valores promedio en los dos y los tres años previos y posteriores a la
crisis (1980-2013)
Fuente: Ameco - Comisión
Europea, Banco Mundial
Paises y años de
crisis
|
Media de la tasa de crecimiento del PBI
|
|||
2 años antes
|
2 años después
|
3 años antes
|
3 años despues
|
|
Todos los
paises
|
2,43
|
0,08
|
2,72
|
1,27
|
Paises de
altos ingresos
|
1,20
|
2,22
|
1,45
|
3,21
|
Austraia
(1985)
|
4,94
|
3,19
|
2,55
|
3,99
|
Finlandia
(1993)
|
-4,62
|
1,60
|
-2,85
|
2,47
|
Islandia
(1985)
|
0,99
|
4,78
|
1,38
|
6,04
|
Italia
(1993)
|
1,19
|
0,65
|
1,48
|
1,40
|
Republica
de Corea (1998)
|
6,48
|
2,51
|
7,29
|
4,60
|
España
(1983)
|
0,56
|
1,78
|
0,80
|
1,96
|
Suecia
(1993)
|
-1,15
|
1,01
|
-0,52
|
2,02
|
Paises de
bajos ingresos
|
2,86
|
-0,67
|
3,17
|
0,59
|
5. La ocupación frecuentemente no crece
Más allá de considerar algunos
aspectos positivos en la competitividad, en el saldo de la balanza comercial y
en el crecimiento, los efectos sobre la ocupación no son tranquilizadores.
Tomando el conjunto de los 28
casos históricos considerados, se observa que después de la crisis monetaria,
la tasa de desempleo se reduce gradualmente, cayendo en promedio un punto
dentro de los tres años posteriores al estallido de la crisis monetaria (Tabla
4). Sin embargo, la disminución del desempleo afecta en promedio sólo a los
países de bajos ingresos. De hecho, en los países de altos ingresos, la tasa de
desempleo es perfectamente estable. Incluso en la experiencia de algunos
países, como Italia, la tasa de desempleo ha crecido de forma significativa.
Está claro que en los países de ingresos altos históricamente el crecimiento
después de las crisis monetarias ha sido garantizado por una mayor utilización
del capital industrial y del trabajo. Sin embargo, incluso en este punto hay
diferencias significativas entre los países de altos ingresos, lo cual es una
señal de que las diferentes estructuras de los mercados de trabajo
(institucionales y normativos) y las diferentes políticas económicas
impulsadas, afectan en gran medida sobre el empleo.
Tabla 4
El desempleo después de
la crisis monetaria - Tasa de desempleo en los años posteriores a la crisis
(1980-2013)
Fuente: Ameco - Comisión
Europea, Banco Mundial, Eclac CepalStat
Paises y años de
crisis
|
Tasa de desempleo
|
||
Año de crisis
|
Año despues la crisis
|
2 años despues la crisis
|
|
Todos los
paises
|
9,74
|
9,38
|
8,91
|
Paises de
altos ingresos
|
9,46
|
9,83
|
9,46
|
Austraia
(1985)
|
8,26
|
8,08
|
8,11
|
Finlandia
(1993)
|
16,30
|
16,60
|
15,40
|
Islandia
(1985)
|
1,60
|
1,10
|
0,80
|
Italia
(1993)
|
9,70
|
10,60
|
11,20
|
Republica
de Corea (1998)
|
6,95
|
6,34
|
4,14
|
España
(1983)
|
14,30
|
16,70
|
17,80
|
Suecia
(1993)
|
9,10
|
9,40
|
8,80
|
Paises de
bajos ingresos
|
9,86
|
9,19
|
8,67
|
6. El peligro de la deflación salarial
Para entender lo que podría
atascar la recuperación del empleo a raíz de una salida del euro -a pesar de la
tendencia de mejora en la balanza comercial- es necesario tener en cuenta lo
que podría suceder en términos de los salarios.
Esta es la principal preocupación
que surge de este análisis. Nuevamente, la experiencia histórica demuestra inequívocamente
que los efectos de las crisis monetarias en los salarios pueden ser
particularmente graves. Para verificar estos resultados, consideramos los
salarios reales (es decir, el poder adquisitivo de los salarios nominales
promedio de los trabajadores) o la participación de los salarios en el PBI
-wage share- (que muestra el porcentaje del PBI que se dirige a los
asalariados). Como se muestra en la Tabla 5, en los primeros tres años
posteriores a la devaluación, en los 28 casos se ha producido una disminución
drástica de los salarios reales y de la participación de los salarios en el
PBI, lo que parece ser principalmente el resultado de los procesos
inflacionarios que generan una redistribución de los salarios, las ganacias y
las rentas.
Por supuesto, una vez más, es
conveniente separar el caso de los países de altos ingresos de los demás. Pues
bien, el efecto es fuerte incluso teniendo en cuenta sólo los países de altos
ingresos, donde - con exclusión la excepción de la pequeña Islandia (donde se
registró un fuerte aumento de los salarios reales) - se observa que los
salarios reales despues de tres años siguen siendo inferiores a la cifra
del año de la crisis monetaria.
Especialmente en los países de altos ingresos cae la participación de los
salarios en un 7,8% en sólo tres años, con un efecto repentino y masivo de
redistribución contra los trabajadores. Es fácil deducir que la caída de los
salarios ha contribuido a mantener baja la demanda de bienes de consumo
interna, en detrimento de los sectores más tradicionales, lo que ha reducido
significativamente la recuperación del empleo.
Al respecto, puede ser
significativo recordar el caso italiano. Como se sabe, después de la crisis
monetaria de 1993 se promulgaron políticas salariales restrictivas. Esto limitó
evidentemente la presión inflacionaria y así permitió que las exportaciones
sigan creciendo, pero provocó una caída de los salarios después de tres años de
más del 4% y una caída en la participación de los salarios que toco el 9%. Lo
dicho explica la caída de la demanda interna y la falta de crecimiento de
nuestro país en esos años, además de un mayor desempleo. En otras palabras, a
la luz de los datos sobre el crecimiento del saldo de la balanza comercial y de
la disminución de los salarios reales, es evidente que en Italia el aumento de
la demanda externa fue compensado en gran parte por el estancamiento de la
demanda interna con efectos nulos sobre el crecimiento. Son los efectos generales de las políticas de
contención salarial de aquel tiempo.
Tabla 5
Salarios reales y porcentaje de los salarios en el PBI - valores
acumulados en los tres años siguientes a la crisis monetaria (1984-2013)
Fuente: revista online Economia e Politica basada en datos del
Banco Mundial
Paises y años de
crisis
|
Variacion % de los salarios reales
|
Variacion % de la participación salarial en el PBI
|
||||
Año de crisis
|
Año de crisis y 1 despues
|
Año de crisis y 2
despues
|
Año de crisis
|
Año de crisis y 1
despues
|
Año de crisis y 2
despues
|
|
Todos los
paises
|
-8,23
|
-18,94
|
-18,25
|
-4,99
|
-11,73
|
-12,16
|
Paises de
altos ingresos
|
-0,34
|
0,98
|
4,10
|
-0,67
|
-3,22
|
-3,79
|
Paises de altos ingresos sin Islandia
|
-1,33
|
-0,89
|
-0,66
|
-1,99
|
-4,94
|
-7,76
|
Austraia (1985)
|
-0,87
|
-2,98
|
-3,47
|
-0,65
|
-1,43
|
-4,98
|
Finlandia
(1993)
|
-3,42
|
-0,40
|
2,83
|
-6,48
|
-9,70
|
-12,25
|
Islandia
(1985)
|
5,63
|
12,21
|
32,62
|
7,24
|
7,10
|
20,01
|
Italia
(1993)
|
-0,78
|
-2,40
|
-4,08
|
-1,80
|
-5,12
|
-8,60
|
Republica
de Corea (1998)
|
-1,94
|
-1,66
|
-1,96
|
-1,08
|
-5,33
|
-6,62
|
España
(1983)
|
1,42
|
1,25
|
2,23
|
-0,39
|
-4,85
|
-7,66
|
Suecia
(1993)
|
-2,41
|
0,82
|
0,50
|
-1,55
|
-3,22
|
-6,45
|
Paises de
bajos ingresos
|
-10,99
|
-25,91
|
-26,07
|
-6,58
|
-14,86
|
-15,25
|
7. En conclusión: la salida del euro no es una panacea
La crisis de la Eurozona podría
provocar levantamientos, individuales o colectivos, autónomos o concertados, de
países más pequeños o más grandes, y llevar o no a nuevos regímenes cambiarios.
Por supuesto, no existe una teoría económica o la experiencia histórica que
puede arrojar luz con certeza sobre los posibles escenarios que darían lugar
las diferentes combinaciones de estas opciones. Al mismo tiempo, la experiencia
histórica nos dice que el abandono de la eurozona por parte de un país
periférico podría ser una oportunidad para volver al crecimiento. Pero el
“euroexit” no es una panacea.
Está claro que una salida desde
el euro podría aumentar la competitividad del país en cuestión, especialmente
en el corto y mediano plazo; sin embargo poco tiempo después la inflación
erosionaría la ventaja competitiva. Al mismo tiempo, las mejoras del saldo de
la balanza comercial deberian promover el crecimiento, pero es difícil que
aumenten el empleo. Mucho dependerá de la estructura del mercado de trabajo, de
las políticas salariales y, en general, de las políticas económicas puestas en
marcha. En los casos donde los salarios eran hasta cierto punto protegidos de
la inflación, la demanda interna puede no verse tan afectada y esto apoyaría el
crecimiento y el empleo. Donde, por el contrario, los salarios no están
protegidos, la economía estaría impulsada por las exportaciones, por lo cual el
mercado nacional podría sufrir de manera espectacular; así también la ocupación
que depende en gran medida de los sectores tradicionales que miran a la demanda
interna. En este caso, el aumento de las exportaciones generaría mayores
beneficios, con el riesgo de no generar una expansión de los niveles de empleo.
Al mismo tiempo, una devaluación acompañada de políticas de apoyo a los
salarios y políticas industriales incisivas podría apoyar la demanda interna y
crear las condiciones para un crecimiento estructural de la competitividad.
En resumen, si el cambio se da en
un sentido redistributivo y expansivo de las políticas europeas, que implique
el abandono de la austeridad, la salida desde el euro podría ser la solución
elegida por algunos países en un futuro próximo. Y esto también podría
reactivar la economía. Sin embargo, un retorno a la soberanía monetaria y a las
maniobras de cambio, no es suficiente para borrar -como por arte de magia- los
problemas relacionados con las deficiencias de los aparatos productivos o la
falta de financiación de las infraestructuras materiales y no materiales. La
lección más importante que podemos aprender de la historia es que los
resultados -en términos de crecimiento, distribución y empleo- dependen más de
la forma en que se permanezca en el euro que del abandono del viejo sistema de
intercambio en sí, de la calidad de las políticas económicas que se pongan en
marcha una vez recuperados los resortes
monetarios y fiscales.
Tradución y desarrollo por
William Bavone y Maximiliano
Barreto
[1] Cnf “Eurocrisi, il
conto alla rovescia non si è fermato”, www.economiaepolitica.it, 2 de diciembre
de 2014.
[2] Previsión del “alerta de los economistas”, publicado en
2013 por el Financial Times.
[3] Desarrollamos en tal sentido la sugerencia de Emiliano
Brancaccio y Nadia Garbellini en “Uscire o no dall’euro, gli effetti sui
salari”, www.economiaepolitica.it mayo de 2014, profundizada por los mismos
autores en “Sugli effetti salariali e distributivi delle crisi dei regimi di
cambio”, Revista de Politica Economica, julio-septiembre de 2014; y en
“Currency regime crises, real wages, functional income distribution and production”,
European Journal of Economics and Economic Policies: Intervention, próxima
a publicarse.
[4] Considerado como valor de referencia generalmente en la
literatura.
[5] En referencia a la clasificación de los regímenes
cambiarios propuesta por el FMI.
[6] Por el contrario, los países de bajos ingresos han
experimentado una depreciación de más del 700%; sin embargo, un valor que cae
alrededor del 150% si se excluye del análisis la super-depreciación de Suriname
en 1994.
[7] Es interesante señalar que en los países de altos
ingresos después de 5 años a partir de la crisis monetaria, el diferencial de
inflación erosiona en promedio el 78% de la devaluación.
[8] A una conclusión similar se llega también tomando en
cuenta el promedio del saldo de las exportaciones netas respecto al PBI en los
cinco años anteriores a la crisis de la moneda y en los cinco años siguientes.
Esto muestra que en los países de altos ingresos los efectos positivos de la
devaluación tienden a ser persistentes, incluso en el mediano plazo.